
¿Alguna vez has oído un chiste tantas veces que ya no sabes por qué tiene gracia? Y un día lo oyes otra vez y de repente es nuevo. Entonces recuerdas por qué te gustó tanto la primera vez.
Esto es aplicable con todo (o casi todo). Los excesos nunca fueron buenos y te acaban cansando. Pero después de un tiempo, lo recuerdas y lo echas de menos. Te entra nostalgia de aquello que pudiste, incluso, llegar a despreciar. Porque aunque lo hubieses escuchado tantas veces que te agotó, te encantaba, aunque no lo supieras en ese momento. Y sólo hace falta que te lo recuerden depués de un tiempo para que te des cuenta de ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario